Como hemos mencionado en artículos anteriores, una startup se puede definir como una empresa digital emergente de gran potencial. La principal diferencia que podemos destacar entre una nueva empresa convencional y una startup, es que mientras que la primera tiene un objetivo de crecimiento del 10% anual, la segunda pretende multiplicar la empresa entre tres y cinco veces al año.
También podemos destacar que las startups tienen un fuerte arraigo en el rubro tecnológico, relacionándose con el internet, las apps y las TICs.
Algunas de las principales diferencias entre las startups y las empresas tradicionales son:
- El objetivo final:
El objetivo de una startup es dejar marca en la sociedad y brindar un beneficio, mientras que las empresas tradicionales (si bien también son capaces de aportar a la sociedad) se centran principalmente en fines comerciales.
- A nivel estructural:
Las empresas tradicionales cuentan con socios y proveedores con los cuales establecen una relación comercial, mientras que las startups se basan en alianzas y acuerdos con otras startups para brindar sus servicios.
- Productos o servicios:
Las empresas suelen tener variedad de productos y/o servicios, incluso a la vez sin necesariamente especializarse en ninguno en particular, mientras que las startups se enfocan en un solo producto o servicio, mejorándolo y especializándose en éste constantemente.
- Empleados:
Las empresas contratan personal acorde a sus necesidades y estructura comercial, generalmente con mayores puestos de trabajo que una startup, que por su parte recluta personal altamente capacitado, por lo cual no suelen contar con más de seis o siete personas.
- Riesgos:
Una empresa corre menores riesgos que una startup, ya que se apoyan en modelos de negocios que se han probado con anterioridad y que han resultado exitosos, mientras que las startups corren mayores riesgos debido a su innovación, la cual acarrea altos niveles de incertidumbre.
- Crecimiento:
Como ya hemos mencionado anteriormente, las empresas convencionales se basan en una tasa de crecimiento más estable, con aspiraciones anuales del 10%, mientras que las startups se centran en el crecimiento exponencial, triplicando el negocio o incluso más.
En resumen, las diferencias entre estos dos tipos de negocios son claras, cada una conllevando riesgos y beneficios, por lo cual es importante entender la base de ambos modelos para trabajar con el que mejor se adapte a nuestras ideas, condiciones y aspiraciones.